jueves, 28 de agosto de 2014

De cucarachas y sueños.

Estados alterados, mentes retorcidas, chicos suicidas, posmodernidad, Dalí hablando por horas del culo de un rinoceronte.

Estaba en medio del departamento, salí a caminar por las calles y encontré un viejo cine que ponía una película que trataba del suicidio, la película nos mostraba por 40 minutos una soga atada al techo de una casa columpiándose, después repentinamente  aparecía un sujeto, quitaba la soga y salía de la toma, la película terminaba con el sujeto sentado en una silla durmiendo. Salí del cine, extrañado por lo que acababa de ver, regrese al apartamento, encontré cucarachas en mi piso, corrieron al verme entrar. Desperté con ganas de llamarte, de contarte cómo las cucarachas te extrañas. Las arañas de Lavabo y en la esquina de mi cuarto solo esperan el momento en que regreses, y es que por ti aprendí a vivir entre estas cosas.

jueves, 21 de agosto de 2014

¿Podemos bailar por última vez?

¿Podemos bailar por última vez? por que ya no existe ningún motivo para seguir luchando, para seguir soportandonos el uno al otro, para seguir fingiendo una felicidad que está muerta desde que inicio nuestro fallido intento de relación.
¿Podemos bailar por última vez? por que quiero revivir por una vez más los instantes dulces y alegres que pase a tu lado, esos momentos que quedarán en nuestra memoria durante mucho, mucho tiempo.
Quiero volver a sentir tu delicado y perfecto cuerpo bailando junto al mío, quiero sentir tus suaves brazos al rededor de mi cuello, un cuello demasiado herido, al igual que todo mi ser. Quiero volver a sentir tu cabeza en mi pecho, quiero que escuches por última vez a un corazón que late rápido, que late apresurado, inquieto, enamorado.
No te asustes, ya no te buscaré más, ya no sabrás nada de mí, ni yo de ti.
Solo quiero hacerte una última pregunta: ¿Podemos bailar por última vez?
Por favor.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Café y cigarros.

Las nubes en el cielo tapan los rayos de un sol frustrado por brillar, los niños salen de la escuela para ir a jugar un rato al parque, las parejas jóvenes acuden a éste para pasar un rato agradable sin necesidad de estar uno sobre el otro, al igual que las de tercera edad. Es un parque lleno de vida.
Yo era maestra de un Jardín de niños hasta hace unos años, o meses, no recuerdo. Por obvias razones que voy a narrar, deje de trabajar; o más bien, me despidieron. No soy la misma de antes. Si me vieras ahora, verías a una mujer fachosa, despeinada, triste, ansiosa, pero más que nada: solitaria. Pero si retrocedemos mi apariencia a hace 2 años, yo era una mujer hermosa, saludable, inteligente y capaz de hacer todo. Ah, y lo más importante: siempre con una sonrisa en los labios.
Extraño sonreír, extraño esa emoción de querer vivir todos los días como si fueran el último de mi vida. Ahora igual los vivo así, pero más que nada con el deseo de ya no despertar.
No me suicido por que no tengo el valor; aparte de fea y sola: cobarde.
Les voy a contar mi historia para que sepan el por qué de tanta depresión en mí.
Yo, como les mencione anteriormente, era maestra en un jardín de niños. Yo amaba los niños, eran mi vida, y también mi trabajo.
Llegaba al jardín a las 8 para empezar a trabajar a las 9 en punto. Los niños iban llegando y se ponían a colorear o a jugar. A las 12 comenzaban a llegar sus padres o tutores para llevárselos a su casa.
Normalmente siempre venían las madres de los infantes, y de vez en cuándo un papá o un tío. Pero un día llego al salón de clases un chico de aproximadamente 24 años de edad. Tenía un abrigo café opaco y unos jeans ajustados. Su cabello era largo y ondulado, sus ojos eran verdes y llevaba una playera de The Beatles debajo de ese abrigo. Era casi el hombre perfecto. Pero tenía un defecto: apestaba a cigarros.
Cuando llego por su hermanito, le dije que no podía ingresar con dicho aroma y que no se volviera a repetir. Me sentí como una anciana por regañarlo, pero era mi trabajo y ante las demás madres tenía que parecer una maestra que a pesar de su joven edad, era responsable y cuidaba de sus hijos.
Él solo se rió y dijo que yo era muy bonita como para estar regañando a los demás.
Se fue con su hermano y dijo que al día siguiente regresaría, y en un tono sarcástico dijo que con el mismo olor.
Todo el resto de esa tarde me la pase en las nubes, ese hombre era para mí, algo en mí lo decía a gritos.
Al día siguiente volvió a ir, esta vez con fragancia a perfume en lugar de tabaco. Me invito a salir y accedí a ir a tomar un café con él.
Platicamos durante horas, me decía que venía de una gira por el país con su banda. Menciono ser fotógrafo y guitarrista. Yo no tenía mucho que contar, así que me saltaré la parte donde le decía de mi aburrida vida.
Se ofreció a llevarme a casa y en el camino ocurrió lo peor en ese entonces: prendió un horrendo y asqueroso cigarro.
Acto seguido le dije que no hiciera eso en frente de mi, le dije que si quería seguir viéndome, tendría que dejar de fumar.
Dijo que no había problema y pacto una cita para el día siguiente. Me sorprendí al ver tanta accesibilidad por su parte.
Seguimos viéndonos, pasaron meses y ya eramos novios oficialmente. Y un día lo invite a mi casa. Obviamente quería tener sexo, tenía cerca de 11 meses sin estar con alguien y él parecía ser el sujeto indicado. Me había enamorado en tan poco tiempo.
Llego a mi casa después de haber ensayado con su banda y llevaba su guitarra.
Eran las 11 de la noche y por acto de magia las luces se apagaron. Tuve que prender unas cuantas velas y él se puso a tocar una canción.
Me percate de que la tocaba con mucho sentimiento, tanto que hacía parecer que había viajado en el tiempo y él fue quién la escribió especialmente a mí.
La canción era Something de The Beatles.
En cuanto termino de interpretar la pieza, me miro y me dijo que me amaba. Y esa noche fue la noche donde supe que mi vida estaba completada.
A la mañana siguiente, cuándo desperté, él me tomo una foto y dijo que era una obra de arte hecha mujer.
Se fue al balcón del apartamento y prendió un cigarro. Claro que me enfadé y discutimos sobre el tema. La discusión llevo a una pelea, ya que le había dicho que dejará su vicio, le dije lo mucho que le hacía mal y al parecer no le importo.
Se fue, y al parecer muy enojado.
Yo seguí con mi rutina esperando que él llamará, pero no.
Me transfirieron a otro jardín, así que lo deje de ver. No supe nada hasta que un día me llego una llamada de su madre. Parecía muy alterada y preocupada. Me dio la peor noticia. Dijo que había muerto.
Dijo que falleció en un accidente. Menciono que había intentado dejar de fumar y pasaba los días muy alterado. Intento dejar su vicio tomando café todo el día. Y un día fue a una cafetería cerca de su casa y al cruzar la calle, vio un puesto de periódicos y le entro la curiosidad volver a fumar y se detuvo a pensar en qué hacer. Acto seguido paso un coche y lo atropelló.
Éso me partió el alma, pero no tanto como lo que dijo su madre:
"Él empezó a dejar de fumar por ti. Decidió no llamarte para que cuando se volvieran a ver, él fuera una mejor persona."
Me di cuenta de que intente cambiar a una persona que me amaba. Fui una egoísta, una estúpida.
Me despidieron de mi trabajo y ahora vivo con mis padres.
Ah, y adivinen quién se volvió adicta al café y a los cigarros.
Exacto.

jueves, 14 de agosto de 2014

Miserables Desconocidos.

Hoy te he vuelto a ver pasar y me gustaría decir que no te veías hermosa. Tan hermosa y fresca como cuando salíamos a pasear, a contar mil y un historias. Tan hermosa y tan fresca como cuando nos conocimos y quedamos en llamarnos algún día.
¿Lo recuerdas? Parece que fue ayer. Parece que no ha pasado nada de tiempo desde que te dije que no podía más y te besé. Aún tengo el lindo recuerdo de aquella tarde nublada.Tú llevabas un vestido y yo una camisa a cuadros rojos y negros. Nos sentamos afuera de tu casa y empezamos a contar los segundos que parecían eternos. Volteé a verte y tú agachaste la mirada, enseguida yo clave la mía en dirección contraria y sentí como tus ojos me volteaban a ver. Finalmente me dijiste que era tarde y que sería mejor que me fuera. Nos despedimos y cuando me empecé a ir comenzó a llover.
Una brisa tan fina y suave que parecía que no estuviera lloviendo.
Algo en mí decía que hice mal, así que me regresé y toqué tu puerta; saliste y solo preguntaste: ¿Está todo bien? ¿Olvidas algo? A lo que yo simplemente respondí con una mirada. No pude más y te besé.
Apuesto que tú no recuerdas nada de ése día. Te volviste una completa mamona y desgraciada desde que nos separamos.
Tal vez fue gracias a mí, tal vez alguien más te hizo ser lo que eres ahora. No sé, y la verdad no me interesa.
Por que claro está, solo somos desconocidos.
Aunque me llene de rabia y celos cada que te vea pasar con alguien que no sea yo, aunque quisiera ser el viento de la noche para entrar por tu ventana, espiarte mientras duermes y desnudar tu alma para saber quién más, aparte de mí, ha podido palpitar cada centímetro de ella. Ya sé la respuesta: nadie.
A nadie más le has compartido tus secretos de niña, tus miedos, tus gustos, tus puntos débiles. A nadie más le has compartido ni siquiera un poquito de tu corazón; pero éso sí, estás muy dispuesta a compartir tu cuerpo.
No te puedo reclamar nada, tú misma fue quién dijo que yo era lo peor que te pudo pasar en la vida, y lo dijiste así como sí, olvidándote de todo lo que te dí, olvidando que yo fui quién antes de mostrarte mi cuerpo desnudo, te mostré mi alma, mi espíritu y mi corazón. He sido tu peor error, pero éso sí, el error que más te ha amado.
Ahora cada que nos vemos pasar en la calle es como si estuviéramos ciegos, como si pasáramos al lado de un leproso o una persona asquerosa; y éso es lo que somos. Somos un asco de persona por querer enterrar la única parte de nuestras vidas que es digna de tener vida.
En fin, solo quería decirte que hoy te vi pasar.